La perspectiva feminista ha supuesto un avance para una mayor comprensión en el estudio de las relaciones entre los problemas de salud mental de las mujeres y sus condiciones desfavorables de vida. Desde los estudios sobre la subjetividad y su definición del concepto de malestar estamos interesadas en investigar a través de qué mecanismos esta desigualdad social es incorporada en la conformación de nuestro psiquismo afectando a la construcción como sujeto y como sujeto diferenciado, y separado del otro.
En la actualidad contamos con numerosos estudios que relacionan la desigualdad con el sufrimiento de muchas mujeres que acuden a las consultas, y con la mayor prevalencia de los problemas de salud. Sin embargo, son pocos los profesionales que han incorporado en su formación la perspectiva de género como hipótesis para entender el sufrimiento y mucho menos los que en sus prácticas cuentan con instrumentos terapéuticos para abordar, en el espacio de la consulta, y en la relación terapéutica, otras nuevas formas de intervención que incluyan estas aportaciones.
Así mismo, el abordaje que plantea la psicoterapia feminista aporta como novedad nuevas significaciones en las maneras de ser mujer, ofreciendo la posibilidad ,en el proceso terapéutico de descubrir nuevas maneras de ser mujeres que no necesitan responder a lo que se espera de ellas en cuanto mujeres.
Igualmente para el psicoterapeuta el trabajo terapéutico puede ser una oportunidad para tomar conciencia de cómo los propios mandatos de género influyen en la construcción de una relación terapéutica. Las aportaciones que la psicoterapia feminista hace al concepto de reconocimiento, del tercero, y de las relaciones de complementariedad, van a ser especialmente destacadas para crear un espacio de relación donde las mujeres pueden sentir que es posible que existan espacios donde se puedan construir relaciones más igualitarias.
Esto facilitara el proceso de cambio imprescindible en todo proceso terapéutico. Un cambio no solo individual, sino también social, en la medida que pueden modificarse los estilos relacionales en ámbitos como el cuidado, el amor de pareja, las relaciones de violencia, el ámbito del trabajo, y las relaciones de las mujeres con ellas mismas como sujetos no alienados.