En el ámbito de la arquitectura teatral romana, la investigación científica se ha centrado tradicionalmente en el estudio de teatro (modulación, componentes, arquitectura, programas ornamentales, etc.), quedando a un lado el estudio de la porticus post scaenam, un amplio espacio ajardinado porticado, normalmente rodeado por un pórtico de tres o cuatro brazos, situado tras el cuerpo escénico. Bien es cierto, que las intervenciones arqueológicas se han centrado sobre todo en las partes que configuran el propio teatro: cavea, orchestra, frente escénico y los cuerpos de transición entre ellos (parascaenia y basilicae), dejando estos espacios porticados que, no obstante, debieron desempeñar un destacado papel en el conjunto de la arquitectura romana de época alto-imperial. Por restringirlos al caso de la Península Ibérica, mientras que conocemos veintidós teatros que han sido excavados total o parcialmente (Tarragona, Badalona, Sagunto, Cartagena, Segobriga, Clunia, Bilbiilis, Caesaraugusta, Guadix, Pollentia, Cádiz, Córdoba, Ronda la Vieja, Itálica, Malaga, Baelo Claudia, Carteia, Mérida, Medellín, Regina, Lisboa, Braga) el número de porticus post scaenam localizados y excavados es mucho menor (Mérida, Itálica, Cartagena, Guadix, Casaraugusta), mientras que sólo se intuye en otros casos (Sagunto, Bíbilis). En consecuencia, existe una manifiesta desproporción entre los estudios científicos dedicados a unos y otros; es más, pórticos como los de Augusta Emérita e Itálica conocidos, excavados y restaurados desde hace décadas, carece aún de un estudio y publicación monográfica. Algo similar sucede en otras provincias del Imperio, como la propia Italia, Gallia, o el Norte de África, donde el imponente porticus post scaenam del teatro de Leptis Magna es un auténtico desconocido a nivel científico.