El persa antiguo fue la lengua del Imperio Aqueménida, y las inscripciones oficiales de Darío, Jerjes y Artajerjes nos proporcionan documentación de primera mano sobre un periodo histórico que de otro modo solo conoceríamos a través de los historiadores griegos, salida de las cancillerías de los mismos protagonistas de la historia. Además, estas inscripciones sirvieron de modelo tanto para la propaganda de los reinos helenísticos como para las inscripciones del gran emperador hindú Aoka, con quien el budismo se extendió por toda la India. Por otro lado, grandes inscripciones como las de Behistun presentan versiones en babilonio y elamita, y es imprescindible para su comprensión trabajar en todas las versiones de las mismas. El persa antiguo es además antecesor del persa clásico (ss. VII-XIII) y del farsi o iraní moderno y, junto con el avéstico, el testimonio más antiguo del grupo lingüístico iranio y, por tanto, el más fácilmente comparable con el resto de las lenguas indoeuropeas. El corpus restringido aunque no escaso de esta lengua permite abordarla en un tiempo relativamente breve, y acceder a todos los materiales secundarios (gramáticas, diccionarios, ediciones) necesarios para su estudio en profundidad.