La labor del Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía, se desarrolla en el ámbito del Orientalismo, desde la docencia, investigación y divulgación científica hasta la actividad arqueológica. La existencia en nuestro ámbito universitario de un Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía se justifica por la trayectoria específica del área de Historia Antigua del Departamento de Prehistoria, Arqueología, Historia Antigua, Historia Medieval y CC y TT Historiográficas de la Universidad de Murcia, marcada en sus inicios por el Prof. Dr. Antonino González Blanco, ya emérito. Por todo ello, el CEPOAT ha centrado, y centra, parte de su actividad en la realización de estas tareas de docencia y divulgación, que responden a uno de sus objetivos principales como centro de investigación, el fomentar los estudios de orientalística en España, más concretamente en Murcia, que es el entorno en el cual nos movemos de manera cotidiana.
La civilización micénica floreció en la Grecia continental y Creta entre los siglos XVII y XIII a.C. Al menos desde el siglo XIV a.C. observamos el desarrollo de una cultura palacial equiparable a la que se estaba desarrollando a lo largo de todo el Mediterráneo Oriental contemporáneo. Los micénicos comerciaron con Egipto y el Levante, así como con el Mediterráneo central, y se enfrentaron a los hititas en el suroeste de Anatolia. Además, cada vez está más clara la continuidad cultural entre este período y los conocidos como Siglos Oscuros, donde se forjaron los condicionantes que dieron lugar al nacimiento de la polis. Desarrollaron una burocracia y administración complejas y un sistema económico de carácter redistributivo. Sus documentos, escritos en un silabario conocido como Lineal B, nos muestran que se trataba de una población grecoparlante, siendo la segunda lengua indoeuropea más antigua de la que conservamos testimonios escritos tras el hitita. Y cuando se pensaba que el corpus de textos micénicos estaba más o menos cerrado, las excavaciones nos han proporcionado nuevas tablillas, en Esparta y en la zona de Dímini. En consecuencia, el conocimiento de la historia y la lengua micénica son las herramientas fundamentales para comprender el desarrollo de esta cultura. Por estas razones, es preciso que exista un espacio académico donde esta realidad tan rica y desconocida pueda ser explicada con el detalle y la atención que merece.